El mambo se desarrolla originalmente a partir del danzón, ritmo que por esa época predominaba en el panorama musical cubano, pero pronto evoluciona hacia un tempo más acelerado. La interdependencia creciente entre músicos y bailadores hizo posible que la percusión fuera adquiriendo poco a poco un papel cada vez más predominante. De igual forma, los arreglos orquestales de Dámaso Pérez Prado, que dirigía una orquesta de formato jazz-band, le aportaron un sonoridad nueva, sin precedentes hasta entonces, donde se fusionaban elementos del jazz norteamericanos en los metales y los ritmos afro-cubanos en la percusión.
El mambo se baila siguiendo un ritmo sincopado, mezcla de música africana, hispanoamericana y jazz. Se marcan los cuatro tiempos, con movimientos fuertes y frecuentes flexiones de las articulaciones de pies y brazos. Muchos pasos tienen una fuerte entidad africana, en el sentido expresivo. Este es un baile "fuerte" que requiere velocidad de pies y mucha energía.
En la actualidad es uno de los ritmos latinos que se enseñan en clases de baile de salón, aunque en muchas escuelas tiende a confundirsele con la salsa.
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